miércoles, 9 de octubre de 2013

No es esto, señor Wert, no es esto


No me gusta la LOMCE. Pero me gusta más que la LOE, o sea, más que la LOGSE (porque estas dos leyes socialistas son el mismo perro, el mismo collar y sólo un plato de pienso más grande). Y no es que me guste más por méritos de la futura nueva ley, sino porque las anteriores legislaciones eran malas hasta decir basta, y resultaba muy, muy, pero que muy difícil hacer una norma peor.

Ahora bien, de la política educativa del PP no sólo no me gusta la reforma, ni la forma de tramitar la reforma, ni la traición a su programa electoral, ni su desnorte pedagógico, ni su falta de mejoras en Infantil y Primaria. También, y sobre todo, lo que más me aterra y más me solivianta de la actividad educativa del Gobierno del Partido Popular y del Ministerio que encabeza el señor Wert es que ha logrado caer en el mismo error con el que la izquierda ha lastrado nuestro sistema de enseñanza, y que ha hecho imposible alcanzar un Pacto de Estado en las próximas décadas.
¿Estará pensando en si es lo mismo "recortes" que "reformas"?
A saber: viciar el debate educativo con cuestiones que nada tienen que ver con la educación. Así, dos de cada tres veces en las que alguien del PP habla de educación, se aducen argumentos económicos. Y aunque en la tercera ocasión no se haga, da igual, porque el debate ya se ha contaminado. La imagen que se transmite es que al PP le importa poco lo educativo y mucho lo económico. Y francamente, creo que esa no es sólo una imagen ficticia, sino una palmaria realidad. De ahí a que la izquieda educativa esgrima sus postulados pedagógicos (errados y fracasados, pero pedagógicos a fin de cuentas) como la mejor de las escuelas, sólo hay un paso. La confusión entre recortes y reformas no sólo viene alentada desde la oposición, sino que parece nacer de las entrañas mismas del ministerio.

Para muestra, el último botón: "Wert dice que los repetidores 'encarecen extraordinariamente' la educación", titula hoy El Mundo.
¡No hombre, no! Mire, de repetir se puede hablar mucho, largo y tendido, y hasta de forma acalorada: ¿Es bueno para el alumno? ¿Sirve para mejorar su rendimiento? ¿Beneficia al resto de buenos estudiantes? ¿Sirve para algo la promoción automática? ¿Es lícito dejar pasar de curso con asignaturas suspensas? Caray, es que casi no se agotan los interrogantes sobre este tema. Pues nada. Parece que lo que importa es que los repetidores le salen caros al Estado. Que sí, que es verdad, que le salen caros al Estado. Pero es que criticar eso y al mismo tiempo mantener la promoción automática, y hasta obtener el título de la ESO, con dos asignaturas suspensas es absolutamente delirante. No digamos ya si se intenta conjugar lo antedicho con un discurso de mérito y de búsqueda de la excelencia.

Como ni el ministro ni su Gabinete tienen recorrido en el mundo de la enseñanza, y a causa de su soberbia no se han dejado asesorar bien, hoy, el ministerio de Educación (y la mayoría de las Consejerías de Educación regidas por el PP, como ejemplifica el caso de Lucía Figar en Madrid) mezclan churras con merinas o euros con tizas. ¿Y cómo se ha llegado hasta aquí? Pues me temo que ni siquiera porque la cúpula del PP tenga una visión economicista de la enseñanza, sino, lisa y llanamente, por pura incompetencia, por pura mediocridad.

La foto es de Emilio Naranjo, de EFE.
No le conozco, pero está feo robar fotos...
Mientras, en las últimas legislaturas, tanto el PSOE como los nacionalistas y los comunistas (en las Comunidades donde tocaban poder) centraban el debate educativo en cuestiones ideológicas y, de forma más explícita, en postulados propios de la ideología de género, había un señor calvo -que no era Wert- y muy, muy sensato, que logró articular para el PP un discurso eminentemente pedagógico. O sea, un político "educativo" que hablaba más de educación que de política, y que se ganó el respeto de los periodistas, los sindicatos, los profesores y las asociaciones de padres, incluso de aquellos que estaban en las antípodas de su pensamiento. Era Juan Antonio Gómez Trinidad y fue portavoz del PP en Educación durante los 8 años que estuvo en la oposición. Un señor capaz de sostener ante cientos de sindicalistas que la mediocridad del profesorado es uno de los principales factores del fracaso escolar, o de decir a los de su propio grupo parlamentario que eran el último partido marxista de Europa por su materialismo rampante.

Pues bien, en las elecciones de noviembre de 2011 que llevaron a Rajoy a Moncloa, Gómez Trinidad, diputado por La Rioja, fue fulminantemente laminado de las listas electorales por disputas y envidias entre los populares riojanos. Y el Gobierno no tuvo a bien rescatar para un cargo en el ministerio a la persona que había defendido y hasta diseñado su estrategia educativa (y el programa electoral en este punto) durante los últimos 8 años. Por, insisto, envidias, mediocridades y pura soberbia. Ahora, el Gobierno paga el pato, y nuestra enseñanza sigue entre estertores.

No espero demasiados cambios en el PP, ni mucho menos en la LOMCE. Pero al menos, señor Wert, no sea torpe: hable usted de educación y no de economía educativa. A lo mejor, así consigue que, en unos años, podamos arreglar de verdad nuestro pútrido sistema de enseñanza.


José Antonio Méndez

PD: Disculpen ustedes por el retraso en retomar el blog después de las vacaciones. Hemos vuelto, para quedarnos...